21.00.00 hs.
Raquel comienza a preparar la cena, pensando orgullosa que pronto su hijo volvería de su primer día de trabajo. Con tan sólo dieciocho años y recién egresado de la escuela secundaria, había conseguido un puesto administrativo en la fábrica de envases plásticos que estaba al otro lado de la vía.
Marcelo acostó a su hijo de dos meses, y se dirigió a la cocina, dispuesto a aprontar la comida a la espera de su esposa, secretaria ejecutiva de la fábrica de envases plásticos.
Romina terminó de rellenar empanadas, volcó aceite en una sartén y comenzó freírlas, sabiendo que su madre no tardaría en regresar de su trabajo de empleada de limpieza en la fábrica de envases plásticos.
Fermín decidió que no cenaría, pero que sí tomaría un trago más, seguro de poder cumplir con su trabajo de todas maneras.
Manuel miró hacia las estrellas, mientras realizaba su monótono trabajo. Pensó en Paula, su esposa, y en los mellizos, y deseó que terminara pronto la jornada de trabajo, para reunirse en casa con ellos.
21.30.00 hs.
Martín escuchó el silbato de la fábrica que indicaba el final del día laboral. Ordenó rápidamente los últimos papeles de su escritorio, y se dirigió al reloj para fichar la salida, feliz de haber concluido su primer día de trabajo sin novedad.
Andrea, concentrada totalmente en ordenar la agenda de su jefe para el día siguiente, se sobresaltó cuando oyó el silbato. Se incorporó, tomó el sacón del perchero, y se despreocupó automáticamente de su trabajo, dando lugar en su mente a su hijo de dos meses y a su amado esposo, que seguramente ya había acostado al niño, y estaba preparando la cena.
Al momento de accionarse el silbato automático que indicaba la salida, Rosa ya estaba lista. Se había quitado el guardapolvo celeste y había guardado todos los artículos de limpieza en el armario. Deseando que su hija quinceañera estuviera bien, algo que la preocupaba durante todo el día, se dirigió apresuradamente a fichar su tarjeta.
El sonido del silbato llegó lejanamente a los oídos de Fermín, que luchaba infructuosamente para no quedarse dormido. Unos minutos después caía en un profundo sueño, y no escuchaba el timbre del teléfono de su oficina.
Manuel seguía mirando las estrellas y pensando en su familia.
21.40.00 hs.
Martín, Andrea y Rosa llegaron a la vía conversando animadamente y se dispusieron a cruzarla.
Fermín seguía durmiendo.Manuel dejó de lado las estrellas y su familia, para concentrarse en una de las pobres variantes que le ofrecía su trabajo.
21.41.00 hs.
Martín, Andrea y Rosa, acababan de cruzar el primer durmiente de la vía, cuando vieron la luz que se les venía encima.Fermín seguía durmiendo.
Manuel divisó tres sombras que se acercaban velozmente.
21.41.05 hs.
Martín, Andrea y Rosa eran una masa sanguinolenta y esparcida debajo del segundo vagón de la formación.
Fermín seguía durmiendo en su oficina de guardabarreras.
Manuel, después de accionar tardíamente el freno de la locomotora, estaba temblando.
22.00.00 hs.
Raquel sonreía pensando que a su hijo no le había costado hacer amistades en su nuevo trabajo, ya que estaba demorado su regreso.
Marcelo, intranquilo por la tardanza de Andrea, se asomó a la ventana para escudriñar la noche cerrada.
Romina pensaba, con disgusto, que otra vez a su madre le habían encomendado una limpieza de último momento.
Fermín era subido a un patrullero.
Manuel se reponía de un desmayo, ayudado por el médico que llegó con la ambulancia de emergencias.
viernes, 4 de abril de 2008
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