viernes, 4 de abril de 2008

El desafío (Cuento)

Elegante como nunca: saco azul, pantalón gris, camisa blanca, corbata al tono, zapatos negros impecablemente lustrados.
Después de muchos días de confusión y desorden, su mente se encontraba alerta, lista para enfrentar el momento. Fueron largos días de preparación, en los cuales apenas había dormido y menos se había alimentado. Días de estimulantes y sedantes, de café y aspirinas.
Por primera vez se sentía listo. Otras veces ya había fracasado, y en los últimos días creyó muchas veces que volvería a sucederle lo mismo.Pero el momento había llegado. Con gran serenidad tomó asiento y esperó. Al cabo de un rato tenía ante sus ojos el motivo de sus desvelos. Sintió que se le nublaba la vista, su mente se puso en blanco; no podía creer que le estuviera pasando esto después de tantos esfuerzos, de tantos sacrificios. Se levantó como un autómata y salió al patio en el que tantas veces había sido feliz. Lo atravesó con la cabeza gacha, apretando el paso nerviosamente, los ojos llorosos.
Cuando entró en el amplio baño, en un último rapto de lucidez abrió una canilla y metió la cabeza debajo. El estómago se volvió piedra, y vomitó sintiendo que se vaciaba totalmente por dentro.
Se dirigió hacia las duchas y entró en uno de los compartimientos. Miró hacia arriba, estudiando la forma de trepar por el tabique de cemento que separaba este compartimiento del siguiente. Finalmente lo logró, se sentó agotado en la cima y tomó uno de los extremos de su impecable corbata. Con gran esfuerzo consiguió anudarlo fuertemente en el reluciente caño de la ducha. Vaciló unos instantes, tal vez midiendo la resistencia del caño, y se arrojó.
Su primer pensamiento fue de alivio al comprobar que el caño había resistido. Apenas unos segundos después, todo fue reemplazado por una tremenda sensación de ahogo; sintió que sus pulmones iban a estallar, abrió desesperadamente la boca buscando oxígeno, y su último pensamiento fue que nunca había entendido Geografía, que jamás la aprobaría, y que sus padres nunca lo perdonarían.

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